jueves, 9 de julio de 2009

Prohibido ser padre



Estoy convencida de que para algunas personas debería estar prohibido ser padre. Sí, ya sé que es un poco fuerte lo que estoy diciendo, pero después de ver dos noticias en los diarios de hoy, sontengo más firmemente esta afirmación. Y si para trabajar hay que pasar a veces duras entrevistas habría que plantearse si ser padre no es más delicado e importante. Después de lo visto, propongo que se haga una especie de permiso para ser padre. No se escandalicen, ¿acaso no pasan multitud de pruebas las personas que quieren adoptar a un pequeño?

Todos hemos visto en alguna ocasión alguna persona con su hijo y hemos pensado “pobre niño, como puede ser padre ese tío/a”, pero parece que eso se queda en una anécdota con el tipo de noticias que hoy encontrábamos en los diarios (convertidos cada vez más en páginas de sucesos).

Ayer un padre intentaba tirar a su hija de dos años por una ventana desde un octavo piso en China. Afortunadamente, un equipo de rescate fue capaz de salvar a la niña, cuyo padre dio posteriormente positivo en el control de drogas. Pero un momento, ¿en qué mundo vivimos? ¿cómo puede un padre intentar matar a su hija, drogado o no? Perturbado, desequilibrado, loco… cualquier adjetivo se queda corto para denominar a este tío que menos padre puede ser calificado de cualquier cosa, aunque creo que lo más acertado sería hijo de puta (con perdón y teniendo en cuenta que su madre seguramente no tiene culpa de nada). Como podréis suponer no hay respuesta ante semejante acción. Lo mejor que podría hacer este tío es cortarse los … y hacer un favor a la humanidad, que para tener un padre así mejor ser huérfano.

Otra perla del estilo contribuía hoy a llenar unas líneas de algún periódico. “Hallado el cadáver de un bebé en un vertedero de Toledo”. Lo peor de esto es que no es la primera vez que lo escuchamos y seguramente no será la última. Pero por repetida que sea no deja de ser otra acción para la que es imposible encontrar calificativos porque cualquiera se quedaría corto.

Todo esto deja al padre del niño fumeta chino a la altura del betún (como diría mi madre). Pero tiempo al tiempo que aunque no le ha intentado matar directamente, le está proporcionando una muerte segura.

Señores, señoras, padres y madres del mundo, por favor, piénsense dos veces si ser padre, que es una responsabilidad suficiente como para meditar sobre el tema. Y si cree que puede ser uno de estos especímenes, lo dicho, haga un favor a la humanidad y corte por lo sano sus posibilidades de engendrar una pequeña criatura condenada a tenerlo como progenitor.

miércoles, 8 de julio de 2009

Eso que saca lo mejor de nosotros

Hay tantas cosas que son capaces de sacar “lo mejor” de nosotros mismos que en algunos momentos te asustas al ver tu primera reacción. Ayer iba paseando con mi amigo Pere por la playa cuando de repente vimos amenazado nuestro cuerpo en un pequeño que lanzaba bolas de barro al aire. La primera reacción fue decir sin que nos pudiera escuchar algo así como “si me da, te tiro una bola a la cara…” u otra lindeza del tamaño de “te comes la arena”. Al fin y al cabo sólo era arena y agua, y teniendo en cuenta que estábamos en la playa y el pringue es seguro, en el peor de los casos hubiera bastado con darnos otro baño antes de irnos, pero aún así los peores instintos surgieron ipso facto, aunque claro está que al segundo siguiente estábamos riéndonos de nuestras ideas al ver la barbaridad que habíamos soltado, sabiendo que sólo era un niño.

Eso es sólo una tontería y la razón está injustificada, pero el mismo paseo dio para otras cosas. Ejemplo de ello un hombre que informaba a un bañista con la pala (raqueta) en mano de que aquel juego estaba prohibido en la playa. Debe ser que el dichoso hombre ha descubierto un lado peligrosísimo al tradicional juego de dos palas y pelota y por ello se sacó una nueva ley de debajo del brazo, sin tener en cuenta que, como dijo Pere, la casa donde seguramente vive y por eso se cree el dueño de la playa, está infringiendo la Ley de Costas. El mismo Pere le hubiera contestado “ah, ¿está prohibido jugar a las palas? Y usted, ¿vive en esas casas a diez metros de la playa?, pues creo que usted sí que está infringiendo la Ley, concretamente la de Costas”. Lástima que no se lo dijo a él, pero como hombre precavido se ha guardado la respuesta para el próximo.

Otra historia de la playa. Llego, busco un sitio con suficiente espacio para no estar encima de nadie y de repente empieza a llegar gente que se pega a mí, como si en la playa no quedaran metros y metros de arena para extender la toalla. Recordarme que mire si tengo algún imán de capullos en la piel que no encuentran otro sitio mejor para clavar la sombrilla que a 30 centímetros de mí.

Luego está la gente que va de lista y se cree que tú eres tonta. Esto puede pasar en casi cualquier sitio, pero uno de ellos son las colas. Estás esperando para ser atendido y de repente llega alguien que debe pensar que él es más guapo y no tiene que esperar. Debe ser que los demás somos tontos y nos gusta hacer cola.

Pero los que se llevan la palma, y ni que decir tiene que merecerían un amplio artículo sólo para ellos, son los macarras al volante (los macarras, los tipos que piensan que la carretera es suya, o aquellos que por llevar un gran coche piensan que son dios). Esta especie es, sin duda, la gente que más me saca de mis casillas. Y mira si soy tranquila, pero es subir al coche y me entra una mala leche cuando me encuentro a estos individuos. Las señales no existen para ellos, la distancia de seguridad debe ser como un chiste cuando te están besando el culo, a pesar de que tú vas a una velocidad aceptable. Y además de esto se piensan que tienen razón, aunque serían incapaces de escucharte porque el chumbachumba que llevan en el coche parece el hilo musical de la ciudad. Supongo que no se han planteado que su música no tiene por qué gustar al resto del mundo, y les debe parecer tan maravillosa que quieren compartirla con todos. Vamos, que entre la música al 100%, las ventanillas bajadas y los macrotubos de escape es imposible comunicarse con estos especimenes, así que lo que te queda es pegar un grito (que por supuesto no va a oír) y cabrearte con el mundo.

Y esas son algunas de las lindezas que sacan lo mejor de mí. Seguro que hay muchas otras que amenazan con amargarme el día, pero ante esta situación, creo que lo mejor es tomártelo con humor y después de ese primer impulso incontrolable, respirar hondo, pensar que el mundo está un poco tarado, pero que también hay gente maravillosa con quien reírte un poco. Así que a seguir girando con el mundo y a disfrutar de los tarados que consiguen sacar, ahora sí, lo mejor de ti.